43. En las Fronteras de la Evolución, Parte 1: Fronteras del Conocimiento, la Abiogénesis y la Apologética Cristiana

19 de Junio de 2014. Temas: Creación y Orígenes, Genética, Historia de la Vida, La Ciencia como Vocación Cristiana

Nota: Esta serie de artículos ha sido concebida como una introducción básica a la ciencia de la evolución para no especialistas. Aquí se puede ver la introducción a esta serie o volver al índice aquí.

En este artículo nos replanteamos lo que es una “teoría” en ciencia, y discutimos cómo la evolución, como teoría, se espera que tenga un núcleo de ideas bien establecidas, pero también que supere ese ámbito para verificar hipótesis en una frontera más especulativa.

 

“El libro de Weizsäcker La Cosmovisión de la Física (The World View of Physics) me mantiene todavía muy ocupado. Me ha vuelto a recordar, de forma muy clara, lo equivocado que es utilizar a Dios para tapar los agujeros de las carencias de nuestro conocimiento. Si realmente las fronteras del conocimiento están retrocediendo, como de hecho es el caso, entonces Dios estaría retrocediendo con ellas, y estaría permanentemente en retirada. Tenemos que encontrar a Dios en lo que conocemos, no en lo que desconocemos; Dios quiere que percibamos su presencia no en los problemas no resueltos, sino en aquellos que ya han sido resueltos.”

Dietrich Bonhoeffer, Cartas y Papeles desde la Prisión

 

Cuando empezamos esta serie, hace ya más de un año, lo hicimos con una discusión sobre lo que es una teoría en sentido científico: un marco explicativo amplio apoyado por la evidencia experimental, que realiza predicciones precisas que, de momento, no han sido falsadas1, es decir refutadas, mediante la experimentación. Desde entonces hemos trazado las líneas generales de la evolución como una teoría científica, discutiendo su origen con los viajes de Darwin, discutiendo sus mecanismos y rastreando la historia de la vida en la tierra, incluida la nuestra. También hemos visto cómo la evolución ha resistido las nuevas pruebas proporcionadas por los avances de las ciencias, tales como la Paleontología o la Genética. Aunque las teorías científicas siempre permanecen como provisionales, la evolución, como teoría científica, está tan bien consolidada que sus aspectos generales (las especies están relacionadas a través de antecesores comunes, la selección natural es un factor significativo de especiación, etc.) no es más probable que sean anulados que los de cualquier otra teoría científica bien verificada. 1

Sin embargo, todas las teorías tienen límites: cuando su estructura de aparentes teorías empieza a dar paso a otras con más apariencia de simples hipótesis. Establecer la línea entre teoría e hipótesis también es un intento de dibujar una línea divisoria en un gradiente pero, no obstante, una de las características de todas las teorías es adentrarse en áreas en las que menos se conoce. Cuando las teorías se desarrollan, parte de lo que en un principio estaba en la frontera de las hipótesis puede moverse hacia el núcleo de lo bien establecido, en especial aquellas hipótesis que eran rigurosas o, al menos, lo bastante rigurosas como para ser refinadas, depuradas, mediante la experimentación. En esta serie hemos visto ejemplos históricos de este proceso. Por ejemplo, en tiempos de Darwin, la idea de que los seres humanos estén relacionados con otras formas de vida a través de antecesores comunes estaba mucho peor demostrada de lo que lo está hoy día y estaba mucho más del lado de la “hipótesis” en la ecuación. El antecesor común de los humanos fue claramente predicho por el trabajo de Darwin con otras especies y apoyado por las líneas de evidencias disponibles, tales como la anatomía y la fisiología humanas comparadas con las de los grandes monos vivientes. Sin embargo, a pesar de estas pruebas, en 1859 la ciencia de la evolución humana tenía un largo camino por recorrer y tendrían que pasar décadas, como hemos visto. Finalmente, la idea de que los humanos son un linaje anidado dentro de los grandes monos llegaría a ser totalmente indiscutible para los científicos, dadas las pruebas acumuladas. Esta idea, pues, pasó de lo que una vez fuera la frontera de la teoría evolutiva al núcleo; una progresión natural para una hipótesis rigurosa.

Así que no resulta sorprendente que una teoría científica aborde áreas que son mal comprendidas: de hecho, es esperable que las teorías, a medida que van progresando, vayan naturalmente encontrando una frontera en la que la ciencia está lejos de estar establecida. En consecuencia, esperamos que la teoría evolutiva tenga sus áreas en las que se investiga activamente y que, por tanto, son más hipótesis que teorías, en el sentido científico de estos términos. En la evolución hay muchas de esas áreas de investigación activa en las que ninguna de las hipótesis ha desbancado todavía a las rivales; y ningún bosquejo de la teoría evolutiva estaría completo sin un esquema, como mínimo, de algunas de estas áreas.

Fronteras de la ciencia y apologética cristiana

Una de las dificultades con las que nos enfrentamos al examinar las áreas de frontera de la evolución es que muchos cristianos han tratado estos temas sólo en el contexto de la apologética antievolutiva. En tales casos, es frecuente que los argumentos tengan la siguiente estructura básica: tratar sobre una controversia genuinamente científica de un área de frontera de la evolución para, luego, utilizarla inapropiadamente en un intento de arrojar dudas sobre la evolución en su conjunto. Este enfoque, aunque es tristemente común, falla en su objetivo por dos razones: no llega a apreciar que cualquier campo de la ciencia se espera que tenga partes bien documentadas y también otras que sean más especulativas; y, por otra parte, en áreas especulativas la presencia de hipótesis alternativas no implica que la base más teórica que las hace posibles en un principio sea, de alguna forma, sospechosa.

En ninguna otra parte de la apologética antievolucionista cristiana es más prominente este enfoque que en la primera de las áreas de frontera de la evolución que vamos a examinar: la abiogénesis, la transición propuesta entre la materia no viva y la primera vida sobre la tierra. En sentido estricto, la abiogénesis no forma parte de la teoría evolutiva, porque la evolución es la teoría de cómo la vida cambia con el tiempo, no de cómo pueda haber surgido la vida a partir de la no-vida. Sin embargo, como veremos, hay pruebas de que esta diferenciación es otro intento más de trazar una línea en lo que, en realidad, es un gradiente entre “no-vivo” y “vivo”. No obstante, aparte de estas cuidadosas distinciones que un científico podría hacer, en la bibliografía cristiana antievolutiva habitual el misterio de la abiogénesis es causa suficiente para dudar de la evolución en su conjunto. Esperemos que, a estas alturas, el problema científico de este enfoque sea ya obvio: los problemas no resueltos en las zonas de frontera son esperables, y son el resultado natural de una teoría fecunda. Desde luego, hay también un problema apologético en este enfoque: si una hipótesis de frontera encontrara apoyo experimental se desplazaría, con el tiempo, hacia el núcleo de la teoría. Si un argumento apologético se basa en la esperanza de que tal hipótesis es falsa perdería incluso la poca fuerza que pueda haber tenido, en perjuicio de la apologética que se supone que debería apoyar. Como es bien sabido, Bonhoeffer rechazó este enfoque y nosotros haríamos bien en seguir su ejemplo.

En el siguiente artículo de esta serie vamos a examinar las razones por las que la teoría evolutiva nos lleva a plantear la hipótesis de que la vida tenga un origen químico, singular, en los tiempos antiguos de la historia de la tierra.

Lecturas complementarias

  • Venema, D.R. (2011). Intelligent Design, abiogenesis and learning from history: a reply to Meyer.Perspectives on Science and Christian Faith 63 (3), 183-192. [PDF fuente]
  • Meyer, S. C. (2011). Of molecules and (straw) men: a response to Dennis Venema’s review of Signature in the Cell. Perspectives on Science and Christian Faith 63 (3), 171-182. [PDF fuente]
  • Venema, D.R. (2010). Seeking a signature: essay book review of Signature in the Cell: DNA and the Evidence for Intelligent Design by Stephen C. Meyer. Perspectives on Science and Christian Faith 62 (4), 276-283. [PDF fuente]

 

Notas

- Nota del Traductor: Falsifiability, según la definición de Karl Popper, es la testeabilidad inherente a cualquier hipótesis científica



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