Con Miguel Ángel Oyarbide
PRESENCIAL en Bravo Murillo, 85.
Con Juan Sánchez Núñez
PRESENCIAL en C/ Aragó, 51 (Esglesia Betel-Sant Pau)
Ciencia y Fe en un campamento juvenil evangélico
04-09-2016
![]() Luis Miguel Paco llegó a España hace varios años, tras licenciarse en Medicina en su Bolivia natal, para realizar un máster en "Biotecnología Molecular, Celular y Genética" en Córdoba. Al mismo tiempo se integró en una iglesia de Asambleas de Dios y contactó con el Centro de Ciencia y Fe llevado de su interés por reflexionar sobre su fe y su trabajo científico. Actualmente continúa su formación científica en Córdoba, donde realiza un doctorado en el campo de la terapia celular. Tras asistir a diversas actividades de formación y divulgación que se han organizado desde el Centro de Ciencia y Fe en los últimos años, este verano le ha llegado una petición para abordar temas de Ciencia y Fe durante el campamento de verano de los jóvenes de su iglesia (1 al 8 de agosto). Su enfoque combinó aspectos personales, teóricos y prácticos. Primeramente se mostró a los jóvenes (la mayoría estudiantes) cómo Dios puede moverse y actuar incluso en lugares donde no estamos acostumbrados a buscarlo, y en cualquier área del conocimiento, de las artes, del deporte. Por ello, las ciencias son un campo más desde el que servir a Dios. Después Luis Miguel Paco presentó algunos de los tópicos más populares sobre ciencia y fe: Galileo, Darwin, el Big Bang, etc. Enfatizó el peligro de la actitud de buscar que la Biblia concuerde exactamente con lo que dice la ciencia en nuestro momento histórico particular. Frente a ello, se expuso lo fructífero que resulta el enfoque opuesto, por ejemplo, la interpretación del Génesis en base al contexto histórico y las necesidades del pueblo de Israel de la época. Esto nos lleva a una comprensión más profunda de los textos de la creación y nos permite acercarnos a la evolución y el Big Bang sin miedos. Por otra parte, la explicación de la historia de ambas teorías científicas lleva a reconocer que no fueron fruto de una polémica religiosa ni de un intento por destruir el cristianismo, sino que sus orígenes surgen de la dinámica propia de la historia de la biología y la física, no siendo ninguno de sus dos creadores, Darwin y Lemaître, realmente ateos: el primero estudió para el pastorado y devino posteriormente en agnóstico con profundas inquietudes teológico-filosóficas, y el segundo fue un sacerdote católico imbuido de una profunda espiritualidad cristiana toda su vida. Por último se vieron algunos versos bíblicos que suelen usarse para argumentar un forzado concordismo entre Biblia y ciencia: Isaías 40:22 (redondez de la tierra), Job 28:25 (el peso del aire) y Job 26:7 (la tierra cuelga sobre la nada). Usar estos textos para hacer apologética puede ser contraproducente y no es recomendable, dado que generalmente se basan en traducciones forzadas de conceptos muy antiguos formulados en contextos ‘precientíficos’, y que hay que entender a la luz de la (pre)historia de la ciencia. La apologética cristiana debería evitar argumentos de corte ‘científico’ (o de supuesta ‘presciencia’) que tienen poca base histórica y poco recorrido teológico. Uno de los aspectos más satisfactorios de esta iniciativa fue ver cómo varios jóvenes se interesaban por el estudio de las ciencias, y también escuchar a estudiantes que se liberaban del peso de muchos supuestos conflictos entre ciencia y fe que se les han transmitido desde distintos ámbitos.
|