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El padre del Big Bang, un hombre de fe y de ciencia
28-10-2015

Con motivo de la publicación del libro sobre Georges Lemaître, presentamos dos artículos aparecidos en la web de SALTERRAE titulado: El padre del Big Bang, un hombre de fe y de ciencia y otro (véase más abajo) publicado en El País.

Puedes leer el artículo completo aquí.


«La teoría del Big Bang, la ‘gran explosión’ que habría originado nuestro mundo, pertenece a la cultura general de nuestra época; pero pocos saben que fue propuesta inicialmente por Georges Lemaître (1894-1966), físico y sacerdote católico». Y desde la figura de este sacerdote y científico, el autor, Dominique Lambert, profesor de la Universidad de Namur, Bélgica, desgrana dos vocaciones compatibles: la auténtica espiritualidad y el trabajo científico, en el libro Ciencia y fe en el padre del Big Bang, Georges Lemaître. Este relato despeja la duda de que un creyente puede ser, sin ningún problema, una figura de la investigación científica en el más alto nivel como lo fue Georges Lemaître o Blaise Pascal, al que cita frecuentemente, y el padre Pierre Teilhard de Chardin, lector atento del cosmólogo de Lovaina. Este libro saca a la luz la última conferencia pública del científico, «Universo y átomo», hasta ahora inédita. En ella reflexiona sobre el discurso de Pío XII de 1951 sobre las pruebas de la existencia de Dios releídas a la luz de los avances recientes de las ciencias naturales.

 

 

De la presentación en el catálogo de Sal terrae:

Si bien Georges Lemaître es reconocido como uno de los más grandes físicos del siglo XX, en particular por su importante contribución a la teoría del big bang, muchos tal vez ignoran que fue un sacerdote católico, tan fuertemente ligado a su vocación sacerdotal como a la de investigador.

Gracias a documentos aún poco conocidos, que se remontan a la Primera Guerra Mundial, y a los archivos de la fraternidad sacerdotal de los «Amigos de Jesús», de la que monseñor Lemaître fue miembro, descubrimos que fue un lector apasionado de Léon Bloy y de Ruysbroeck.

Se abordan también sus relaciones con la Iglesia, en particular a propósito de su participación en la Pontificia Academia de las Ciencias, de la que fue presidente desde 1960, y de su última conferencia pública, «Universo y átomo», que hasta ahora había permanecido inédita y que se incluye en el presente volumen; en ella se precisa su pensamiento en relación con el discurso de Pío XII de 1951 sobre las pruebas de la existencia de Dios releídas a la luz de los avances recientes de las ciencias naturales.

El itinerario espiritual de monseñor Lemaître se compara al de dos grandes científicos creyentes: Blaise Pascal, al que cita frecuentemente, y el padre Pierre Teilhard de Chardin, lector atento del cosmólogo de Lovaina.

El autor nos permite así comprender cómo una auténtica espiritualidad es compatible con un trabajo científico y cómo un creyente puede ser, sin ningún problema, una figura de la investigación científica en el más alto nivel.

DOMINIQUE LAMBERT, doctor en Filosofía y doctor en Ciencias Físicas, es profesor de Filosofía de la Ciencia y de Historia de la Ciencia en la Universidad de Namur y co-director de los centros ESPHIN (Estudios de Ciencias y Filosofía en Namur) y CIFR (Centro Interdisciplinario Fe y Razón). En 1999 recibió el premio de la Fundación Georges Lemaître, conjuntamente con el astrofísico Jean-Pierre Luminet, por sus estudios sobre los escritos científicos y religiosos del padre del big bang. Y en 2000 fue galardonado con el ESSSAT Prize (European Society for the Study of Science and Theology).

 

Por su parte, El País publica el artículo titulado: Un cura dio la “más bella explicación de la Creación”, según Einstein

Puedes leer el artículo completo aquí.

Las palabras del propio científico recogidas en este artículo de El País reflejan su esencia como físico que vivió con pasión sus dos vocaciones, la religiosa y la científica: "El científico cristiano tiene los mismos medios que su colega no creyente. También tiene la misma libertad de espíritu, al menos si la idea que se hace de las verdades religiosas está a la altura de su formación científica. Sabe que todo ha sido hecho por Dios, pero sabe también que Dios no sustituye a sus criaturas. Nunca se podrá reducir el Ser Supremo a una hipótesis científica. Por tanto, el científico cristiano va hacia adelante libremente, con la seguridad de que su investigación no puede entrar en conflicto con su fe".



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